Alejandro y Margó (El Pinal)
Alejandro Suárez Meana nació en Peón, en el barrio del Curbiellu, en una familia de 6 hermanos sustentada por la agricultura y la ganadería. Margarita Blanco Casielles nació en Candanal, barrio de Argañosu, siendo 3 hermanas. Se casaron en el año 1966 y tuvieron 2 hijas: Geli y Ana.
La vida no fue fácil para éste matrimonio. Él trabajaba de torneru en la fábrica de Moreda en Gijón y vivían en un piso que la fábrica les daba por un alquiler muy bajo, en las llamadas 1500, en el barrio de Pumarín. Pero les gustaba mucho la aldea y decidieron comprar una finca cerca de la casa paterna de Alejandro y edificar una humilde vivienda y un pequeño bar-tienda.
Dicha finca era un pinal, una plantación de pinos (de ahí el nombre del restaurante) que pertenecía al conde de Deva. Así fue como empezaron en la hostelería el 15 de diciembre de 1968. Como ellos nos contaron, llegaron allí con solo 21 años teniendo el cielo arriba y la tierra abajo. Y lo que llegaron a conseguir en el Pinal fue fruto del trabajo y esfuerzo año tras año.
Fue enorme el trabajo y el sacrificio para pagar todo lo que se debía e intentar mejorar el establecimiento con cada dinero que lograban ahorrar. El negocio también tenía una tienda que cerraron pronto porque no les compensaba. La gente apuntaba las compras en una libreta y en alguna ocasión no cobraban lo que se les debía. Coincidió, además, con que el negocio empezó a destacar en la zona por las comidas que preparaban.
Recuerdan ver subir los Seat 600 por la carretera hacia el merendero los fines de semana. La hostelería siempre fue muy dura, pero en el caso de Margó, se puso al frente de la cocina sin tener mucha idea, pues su madre estuvo delicada de salud y ella y sus hermanas ayudaban a su padre en las tareas del campo, quedando la cocina a cargo de la madre. Pero fue aprendiendo y dedicando muchísimas horas, llegando a empalmar un día con otro.
Poco a poco fueron ampliando el bar y haciendo pequeñas celebraciones familiares como comuniones. Recuerdan la primera boda que sirvieron, fue el 13 de mayo de 1972. A lo largo de los 55 años que estuvo abierto el restaurante, hicieron 4 ó 5 reformas grandes, siendo la más importante la del año 2000. En ella hicieron 5 salones de varios tamaños, una cocina de 400 metros en la cual la mitad es confitería. Construyeron unos grandes hornos que fueron
capaces de asar corderos para 200 personas a la vez.
Habilitaron un cuarto frío con el que mantenían el marisco ya emplatado a una temperatura de 11 grados. En la primera planta pusieron otra cocina más pequeña desde la cual los camareros servían a los salones de arriba a los que llegaba la cocina a través de un montacargas. Hasta tenían lavandería.
Construyeron una ermita, un proyecto que iniciaron con la idea de dar misas porque «la iglesia de Peón, que está en el valle, queda muy lejos del Curbiellu, que está en lo alto». Todo fue bien hasta que terminó la construcción, pues, una vez culminada, no le permitieron consagrarla. Se hicieron en ella muchas bodas civiles, tantas, que la capilla se convirtió en uno de los tirones del restaurante. También lo eran las vistas del local, pues desde él se ve todo Gijón y el mar.
Otra de las incorporaciones fue la panera que pertenecía al palacio de Les Portielles en Candanal. La trasladaron a su restaurante después de comprarla, colocándola en una de las terrazas, haciendo un comedor dentro de ella y un espacio encantador debajo.
La finca cuenta con 4. 000 metros cuadrados de jardines y amplios aparcamientos, siendo un lugar por el que pasaron muchísimas personas de los alrededores, del resto de Asturias, de España y del mundo.
En el año 2023 deciden cerrar el restaurante dando por finalizado su periplo en el Pinal. Actualmente está en venta.